El misterio de una palabra
me devoro los libros atesorados.
Luego las puntas recién sacadas de los lápices,
en silencio de grafito,como
pujando hasta nacer
pero sin nada por decir,
alimentándose de los bordes
las mangas
los botones.
Dispuesto a la última trama.
Como un niño hambriento
con la madre bajo tierra
sin pechos
sin caricias.
Ahogado en el llanto
sin precarios auxilios
despojado al viento
o al absurdo.
o al absurdo.
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