miércoles, 31 de octubre de 2007

Anclada al puerto de mis desconocidos
Con sus rostros de jamases vistos
De ojos abiertos, de ojos al alba
Allí me esperan para que mi llegada
Nunca se llegada
Para que mis pasos abandonen
La dirección del encuentro
Y los postergue como fantasmas del olvido
Allí me esperan para no verme llegar
Para no distinguir jamás mi rostro
Para que mis palabras no sean sentencias
Y para no ser reconocidos.
Anclada al puerto mis desconocidos
Perpetúan mi ausencia

.

1 comentario:

Joseph Cartaphilus dijo...

En el puerto siempre esta sentado un niño negro. Sus pies balancean las olas, la sal le cierra los ojos. Se nota que esta famélico. Su canasta esta llena de frutos de mar. Sabe que la vigen no viene, que hace mucho se la llevó el navio del viento. Por eso espera de espalda. Reza con hambre y en silencio. El naufragio ha de llegar.